y tus piadosas manos me arrullen con amor;
cantaré de un modo sublime y dulcemente;
como gorjean las aves y suspira la fuente,
y entreteje la brisa sus gasas de ilusión.
Cuando tu voz de arpegios pueble todo el vacío,
no sentiré mas pena, dolor ni desazón;
hallaré que una estrella prende el corazón mío,
que se enciende, levanta y endiosa la Poesía,
y un renacer de alas crece en mi corazón.
Cuando tu amor sonrose mi senda, Peregrino,
ha de tener tu lira vibración de cristal;
y yo cantaré, entonces, por todos los caminos,
seremos trovadores que al toque del destino,
una orquesta encantada tendremos que formar.




